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Asia/Corea-Sur
Corea del Sur ha quedado sumida en la incertidumbre tras el fracasado intento de su presidente, Yoon Suk-yeol, de aplicar la ley marcial en una huida hacia delante para eludir su debacle política y tratar de tapar su incapacidad de diálogo con el Parlamento, dominado por la oposición. La tormenta desatada por Yoon no solo es interna. Su irresponsabilidad ha conmovido la seguridad regional y abierto muchas dudas sobre la estabilidad real de los aliados de Estados Unidos en el este de Asia.
a crisis en Corea del Sur dispara las alarmas en su aliado EEUU y atrae toda la atención de China, Rusia y Corea del Norte. El Partido Demócrata de Corea con su mayoría política buscará este viernes 6 de diciembre aprobar una moción de censura que suspenda del cargo a Yoon Suk Yeol y trasladar la decisión a la corte suprema del país sobre su permanencia en el cargo.
El fallido autogolpe del presidente Yoon Suk-yeol, con su intento de imponer la ley marcial, abre una brecha inesperada en la estrategia estadounidense en Asia.
Corea del Sur ha quedado sumida en la incertidumbre tras el fracasado intento de su presidente, Yoon Suk-yeol, de aplicar la ley marcial en una huida hacia delante para eludir su debacle política y tratar de tapar su incapacidad de diálogo con el Parlamento, dominado por la oposición. La tormenta desatada por Yoon no solo es interna. Su irresponsabilidad ha conmovido la seguridad regional y abierto muchas dudas sobre la estabilidad real de los aliados de Estados Unidos en el este de Asia.
La declaración por Yoon de la ley marcial este martes fue contestada por la clase política en la Asamblea Nacional, incluidos sus propios seguidores, que bloquearon la decisión apenas dos horas después de que lanzara su proclama el presidente y pusieron en marcha un proceso legislativo para destituirlo.
También las calles hablaron, con huelgas, protestas y manifestaciones que mostraron el desprecio de la población al cataclismo que quiso provocar Yoon para sobrevivir políticamente a un mandato cargado de irregularidades, con graves acusaciones de corrupción contra su esposa, la empresaria Kim Keon-hee, y con un Ejecutivo muy débil ante la beligerante oposición.
Yoon Suk-yeol asumió su Presidencia como líder del conservador Partido del Poder Popular (PDP) en mayo de 2022. Desde entonces, la oposición, liderada por el Partido Democrático (PD), ha presentado 22 mociones de destitución de miembros de su Gobierno, como la que se votará en los próximos días contra el propio presidente, al que ya muchos califican de traidor al Estado.
En estos momentos, después de que en junio se constituyera la XXII Asamblea Nacional, la oposición domina el Legislativo con Yoon como el presidente peor valorado en la historia del país, con un 74% de rechazo, según el sondeo de Gallup Korea.
El desencadenante último de esta crisis fue la aprobación por la Asamblea Nacional de una ley de presupuesto reducido que restringe la capacidad de maniobra del Ejecutivo y que abre el camino para destituir al fiscal general y al auditor jefe de las cuentas públicas. Los recortes en el presupuesto afectaban especialmente al propio Ejecutivo, la Fiscalía y la Policía surcoreanas.
Yoon tuvo que recular apenas seis horas después de su decretazo, pero el daño ya estaba hecho, agravado por las excusas utilizadas por el impulsivo presidente para dar ese bandazo que ha puesto al borde del abismo a la democracia surcoreana.
Según Yoon, la ley marcial de emergencia era necesaria para "salvar al país contra las fuerzas antiestatales" y pronorcoreanas que intentan destruir "el orden constitucional de la democracia liberal".
Al frente de esas fuerzas oscuras, Yoon situó al opositor PD, un partido que oscila entre el liberalismo y el liberalsocialismo, y muy lejos del comunismo norcoreano. Nada mejor, pues, que someterlo con una ley marcial que ponía al país al nivel de un estado en guerra, coartando todas las libertades.
Los manifestantes se reúnen frente a la Asamblea Nacional en Seúl, (Corea del Sur).De momento, esta crisis ha significado la caída del hasta ahora ministro de Defensa surcoreano, Kim Yong-hyun, quien ha asumido "la responsabilidad por todos los asuntos relacionados con la ley marcial". No parece que esta cabeza de turco vaya a parar la moción de destitución de Yoon, que se votará en los próximos días y a la que se han sumado los 192 diputados de los seis partidos opositores de la Asamblea Nacional, compuesta por 300 legisladores.
Pese a los daños al sistema democrático surcoreano, los efectos en el plano internacional podrían ser mucho más graves. El suceso deja dudas sobre la estrategia de Estados Unidos en el este de Asia, justo cuando mayor es el empuje de sus contrincantes en la zona y a un mes y medio de que Donald Trump asuma el poder.
China y Rusia han subrayado durante este año su alianza estratégica en el este de Asia y el apoyo de Pekín ha sido clave para que la economía rusa no resultara dañada de muerte por las sanciones impuestas por Occidente por la invasión de Ucrania.
Rusia y Corea del Norte han firmado un pacto militar de mutua defensa y la excelente relación entre Moscú y Pyongyang se ha reflejado en la entrega de munición, misiles y artillería por parte de Corea del Norte a Rusia, así como en la llegada de tropas norcoreanas para combatir del lado ruso en Ucrania.
En estas circunstancias, es lógico que EEUU refuerce sus vínculos de seguridad con Corea del Sur y, en esta situación, sea por soberbia personal o por malos consejos, Yoon ha abierto una brecha que es necesario taponar lo más rápidamente posible.
Corea del Sur, con más de 24.000 militares estadounidenses estacionados en su territorio, es el aliado más importante de Washington en Asia, por delante incluso de Japón, su otro gran compañero de armas asiático. Tanto Corea del Sur como Japón, donde hay casi 54.000 soldados de EEUU, han sido denominados como los portaaviones del Pentágono en el este de Asia.
Por eso la pregunta que ahora sobrevuela sobre los rescoldos de esta crisis es el conocimiento real que podría tener Washington de una decisión, la de implantar la ley marcial, que habría puesto también en riesgo la propia seguridad y el prestigio del contingente militar estadounidense estacionado en Corea del Sur.
Al presidente Joe Biden en sus últimas semanas en la Casa Blanca no le faltan complicaciones, con su desafío a Rusia en Ucrania por los misiles de largo alcance entregados a los ucranianos para atacar suelo ruso, su apoyo militar a una de las facciones rebeldes en Siria (en contra del Gobierno de Damasco y de su aliado, Moscú), su respaldo con armas al genocidio palestino cometido por Israel en Gaza o, como última y desconcertante medida, el polémico indulto de su hijo Hunter.
Ahora las cosas se tuercen en Extremo Oriente con esta crisis en Seúl. Crisis que se suma a los problemas que sufren otros grandes aliados de Washington, esta vez en Europa, donde Francia y Alemania viven terremotos políticos sin un horizonte claro.
En estas circunstancias, Rusia se frota las manos, China observa con mucha atención y Corea del Norte se vanagloria de que la "tormenta perfecta" en su enemiga Corea del Sur le esté saliendo gratis.
Pero nadie se cree la teoría de Yoon que relaciona su desastre al frente del Gobierno, su autoritarismo y sus casos de corrupción con una conspiración entre Corea del Norte y la oposición política surcoreana, que tiene más del 60% de los asientos en la Asamblea Nacional.
Además, en sus dos años de mandato, Yoon se ha caracterizado por poner las relaciones con Corea del Norte al límite como pretexto para sus decisiones más peliagudas en materia de defensa. Por ejemplo, la posibilidad de suministrar armamento surcoreano al ejército de Kiev para que en Ucrania combata a las tropas rusas y a las norcoreanas que ha despachado allí Kim Jong-un.
El ministro de Defensa dimitido estaba examinando esta posibilidad, que habría servido para disparar el prestigio de Corea del Sur entre sus aliados europeos y norteamericanos de la OTAN, además de proporcionar pingües ingresos a la próspera industria de armas surcoreana.
El ministro Kim Yong-hyun era, además, uno de los pivotes en Corea del Sur de la estrategia militar estadounidense y de los planes de convertir a este país y a Japón en el flanco oriental auxiliar de la OTAN.
Pero para enviar armas letales a Ucrania, posición que defendían Yoon y Kim, es necesario hacer malabarismos legales, pues está prohibida su exportación a países en guerra. Por muchas razones como esa, Yoon quería tener las manos libres para actuar a su antojo.
En un principio, Estados Unidos llamó a la calma, cuando se produjo el anuncio televisado de la aplicación de la ley marcial. Pero después apoyó el rechazo de la Asamblea Nacional surcoreana a la ley marcial.
La crisis ha puesto nerviosos a los aliados en Estados Unidos, pero también en Europa. En principio, unas maniobras militares con participación estadounidense y surcoreana previstas para esta semana han sido suspendidas por el momento.
También se retrasó la llegada a Seúl del primer ministro sueco, Ulf Kristersson. Suecia, recién incorporada a la OTAN, es uno de los países que más beligerancia han puesto para mantener la capacidad de combate de Ucrania en su lucha contra Moscú.
Su ejemplo a la hora de negociar con la Alianza Atlántica la progresiva integración de sus sistemas defensivos es de mucho interés para Corea del Sur y podría ser muy útil en el caso de que se confirme una futura coordinación entre la OTAN y este país.
Queda ver cómo repercutirá esta crisis en la estrategia de Trump en la península de Corea una vez que asuma el poder el 20 de enero. Trump fue el presidente de su país que mayor acercamiento llevó a cabo con Corea del Norte, con tres cumbres durante su anterior mandato (2017-2021) con Kim Jong-un.
Corea del Sur es el ojo derecho de Washington en el Pacífico Occidental y una prioridad tan importante como lo puede ser Israel para la política exterior estadounidense. "Cualquier inestabilidad en Corea del Sur tiene importantes ramificaciones para nuestras políticas en el Indo-Pacífico", dijo a la CNN el coronel estadounidense retirado Cedric Leighton.
El experto calibró la vigilia que debe haber en Pyongyang: "Cuanto menos estabilidad haya en Corea del Sur, peor será para nosotros cumplir nuestros objetivos políticos".
En este sentido, la caída inminente de Yoon no es una buena noticia para Estados Unidos. Hay mucho en juego y ahora todo puede depender del impredecible Trump para impedir que la brecha abierta en el sistema de seguridad de Asia se abra más.
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